A menudo me pregunto por qué las personas aguantan tanto una situación complicada,  y después de analizar las circunstancias el resultado que observo es que todos de alguna manera u otra estamos atados a algo y ese algo es lo que hace que no avancemos.  El mundo está preparado para los que se arriesgan,  y los que ahora son triunfadores alguna vez arriesgaron.

En las relaciones de pareja con frecuencia nos cruzamos con personas  que están pasando por una mala situación o están viviendo una vida que no es la que quisieran,  y aún queriendo cambiar esa situación no salen de ella y pasan la vida aguantando todo tipo de humillaciones,  indiferencias y faltas de respeto, pero ni siquiera la infelicidad más absoluta les da el valor  suficiente para dejarlo atrás y seguir adelante. Siempre hay ataduras, cuando no son emocionales son económicas y si no las dos. Alguien me dijo una vez   que le  unía más a su pareja una hipoteca que una firma matrimonial,  por eso cuando me entero que alguien tuvo el coraje de echar marcha atrás y decidir empezar una nueva vida yo pienso » qué valiente».   Y sí,  «qué valiente» porque tal y cómo  están los tiempos en los que vivimos actualmente e incluso antiguamente, me parece  un acto de valentía decidir  romper con el pasado y querer emprender un nuevo proyecto ya sea personal o profesional.

Y me pregunto qué pasaría de no existir esas ataduras,  la gente sería  más feliz,  se romperían antiguos lazos, pero se crearían nuevos, y  pasaríamos la vida experimentando sensaciones nuevas, proyectos nuevos, relaciones distintas, distintas vidas .

¡¡Qué santa paciencia tiene el ser humano!!, cuando  tan sólo con pensarlo puede imaginar cómo le cambiaría la vida si se arriesgase y aún así prefiere  aguantar y resignarse con lo que le queda.

«En la vida triunfarán aquellos que no se dejen abrumar por el fracaso, aquellos que se levanten cada vez que hayan caído,  aquellos que no se cansen nunca de perseguir sus sueños»